Una de las cosas que más llama la atención de BsAs (haciendo referencia a un post de Martín que estuvo por ahí hace poco), es el sistema de metro. Ya en anteriores ocasiones me he quejado del existente aquí en Roma, pero creo que es interesante hacer mención a la función que cumple bien: Ubicarte en los tiempos.
Como a todos sus usuarios nos pasa, si vemos que el tren apenas ha llegado y estamos al otro lado de la noria nos apuramos como enloquecidos para tomarlo. Bastaría con mirar con más atención el cartel electrónico que indica que el siguiente llegaría cinco minutos despues.
¿Cuánto valen esos cinco minutos? En realidad poco y mucho a la vez. Si pienso que en cinco minutos me voy desde Pirámide al Colosseo donde bajo de frente al majestuoso monumento parece incalculable su valor. No obstante si son cinco minutos en la pausa ded laburo al mediodía me importan menos.
Mi key seguridad genera un número de acceso por minuto y que solo podría usar en ese momento( el actual ha sido 331656).
La situación de la medida del tiempo se vuelve dramática cuando llegan las seis de la tarde del viernes en la oficina, sabiendo que el lunes es feriado. Casi me olvido de los trágicos últimos cinco minutos cuando el profesor avisaba “vayan redondeando el examen, quedan cinco minutos”. Ahí es cuando uno se pregunta: ¿Dónde se habían ido las últimas 3 horas y 25 minutos anteriores?
Y de por sí, sin darte cuenta, me pasa que estoy a la vuelta de los veinticinco, y mirando pa'trás me pregunto con mala intención: ¿dónde se han ido los últimos diez años? Parece ayer que uno entraba con la corbata apenas puesta por los corredores de preparatorios y sentía el rugir del Coqui:”Dejuan, ¿qué hace llegando tarde?”.¿Cuánto son cinco minutos tarde? me preguntaba para adentro mío.
Y al día de hoy me respondo que depende como se viven, o más bien: depende para qué se esperan, para qué se pierden, para qué se trabajan, pues al fin y al cabo no son más que cinco minutos.
Una pregunta que no quiero responder es: estando frente a la parca le pediría suplicando “dame cinco minutos, para hacer lo que más quiero”.